jueves, 20 de noviembre de 2014

DIALOGOS DE PAZ, ¡ENTRE LA ILUSION Y LA DUDA!
A propósito de los últimos acontecimientos a raíz del secuestro del general y sus acompañantes, me hago diversos interrogantes sobre el proceso de paz, que ya cumplió 2 años, y genera muchas dudas y expectativas.
El proceso de negociación que actualmente adelanta el gobierno nacional con la guerrilla de las FARC, es sin duda una apuesta interesante para terminar con más de 50 años de conflicto en Colombia. Sin discusión requiere de todo el apoyo institucional, de la confianza de la nación colombiana y del acompañamiento de toda la comunidad internacional para desactivar el conflicto y a uno de los grupos armados que más violencia ha generado en el país como las FARC.
La experiencia internacional ha mostrado que el 82% de los conflictos internos y  las guerras civiles libradas en los Estados durante la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI, han terminado con la firma de un tratado de paz y no con una derrota militar total del adversario, la cual se ha dado solo en el 18% de los conflictos. Se negocia fundamentalmente por varias razones: la imposibilidad de derrotar al adversario, por la presión internacional, la derrota inminente del adversario o por su deslegitimación. De allí, que estas razones sean fundamentales a la hora de sentarse en la mesa con el oponente y de llegar a los acuerdos finales.
No podemos olvidar que un proceso de paz es una negociación política que implica una lucha por el poder, el reconocimiento del adversario, algún grado de impunidad y la posibilidad de ganar en algunos aspectos, y ceder en otros ámbitos de la negociación. Es importante anotar que el reconocimiento que hace el gobierno del conflicto interno colombiano y el inicio de los diálogos con la guerrilla le da a las FARC un estatus político que le permite acceder a los beneficios políticos, jurídicos y sociales que se desprenden de este tipo de procesos y que van más allá de una simple desmovilización y reincorporación a la vida civil de sus combatientes.
El Estado de la mano de la sociedad civil debe garantizar el éxito de esta negociación y sortear con decisión los obstáculos de este tipo de procesos para obtener finalmente el fortalecimiento de las instituciones del Estado, la desarticulación de las FARC, la reparación material, moral y simbólica de las víctimas, el establecimiento de la verdad, un equilibrio entre aplicación de justicia y paz para evitar impunidad, y la reconstrucción social para un postconflicto exitoso.
El proceso de paz es una apuesta interesante del gobierno nacional, pero no exenta de muchos peligros para su éxito y para la propia estabilidad de la sociedad colombiana:
•    El país no olvida las consecuencias de una negociación sin objetivos claros como la del Caguán, donde por el anhelo de mantener a toda costa una negociación sin un norte claro y en medio de la confrontación, no solo se llegó a un rotundo fracaso del proceso de paz sino que además se abrió un nuevo ciclo de violencia que hasta hoy estamos padeciendo. Igualmente, están latentes los errores del proceso de negociación con los paramilitares y las debilidades de la Ley de Justicia y Paz.
•    Para crear un ambiente propicio de negociación es preciso generar un discurso pedagógico y un optimismo ciudadano en torno a la paz, elementos muy débiles en el momento actual de Colombia, donde las personas tienen la percepción de que la inseguridad empeora y que no existen las condiciones para un cierre negociado del conflicto por las acciones violentas y cotidianas de las guerrillas de las FARC y del ELN, que en muchas regiones del país se articulan con las denominadas Bacrim a través de los negocios ilícitos que comparten.
•    Sobre los principales puntos de la agenda de negociación: Política de Desarrollo Agrario, Participación Política, Solución del Problema de las Drogas ilícitas, la Política de Victimas y la Implementación, verificación y refrendación de los acuerdos, nadie desconoce que son problemas centrarles de la realidad y del conflicto nacional. Las críticas se acentúan cuando un actor como las FARC que representa una minoría se les otorga la vocería para negociar los grandes problemas nacionales en momentos que si bien es cierto no están totalmente derrotados, si se encuentran en un claro retroceso político y militar.
•    Sobre los negociadores del Gobierno Central en el proceso de Paz es importante resaltar que representan sectores estratégicos del país: gremios económicos, clase política, ex generales de las fuerzas armadas y asesores de paz. El gran vacío en la mesa lo constituyen las víctimas, quienes a pesar de haber sufrido las más graves violaciones a los derechos humanos no encuentran un representante directo que defienda sus interés, muy a pesar que uno de los puntos centrales de la negociación sea la Política de víctimas. Igualmente, la mesa carece de otros representantes de la sociedad civil.
•    El éxito de cualquier proceso de negociación es el equilibrio entre: Verdad, Justicia y Reparación. Si no se garantizan estos principios nunca se va a consolidar la paz. Es verdad que el reconocimiento que hace el Estado de las FARC implica que sean tratados en la negociación como delincuentes políticos, lo que no quiere decir que siempre se hayan comportado como tal, y que no tengan que pedir perdón y decir la verdad por los delitos que han cometido.
•    La firma de un tratado de paz con las FARC no representa el fin del conflicto ni la usencia de violencia. Sin duda para el Estado colombiano es muy importante terminar con el Mito FARC y desactivar una estructura militar como la que representa  el grupo armado. Lo anterior no asegura que efectivamente la mayoría de los integrantes acepten reintegrarse a la sociedad y no terminen haciendo parte de otras estructuras criminales como las Bacrim que están dispuestas a pagar por incorporar a sus filas a ex combatientes. Incluso son muy conocidas las relaciones de las guerrillas con las bandas criminales en algunas regiones de Antioquia y el país, pero estas conexiones no están mediadas por una identificación ideológica, sino por factores de lucro.
•    Implicaciones Internacionales de la negociación: Las normas imperativas de derecho internacional no pueden ser violadas por ninguna de las partes en conflicto, y mucho menos hoy, que existen organismos internacionales como la Corte Penal Internacional. Colombia ha suscrito el tratado que la adhiere a la Corte Penal Internacional y no puede desconocer las obligaciones y tratados internacionales que ha contraído. En este contexto hoy no existe un marco de seguridad jurídica para los miembros de las FARC, pues el Estado no puede otorgarles beneficios por los crímenes de guerra y de lesa humanidad que han cometido y cometen a diario, lo que implica una grave violación al Estatuto de Roma, al cual Colombia se suscribió en el 2002.
Establecer marcos de perdón y olvido, o establecer condenas figurativas, no excluyen la responsabilidad penal de quienes cometieron los delitos. Quienes hayan infringido las normas de derecho relativas a la protección de la humanidad y no fuesen condenadas, será la Corte Penal la que de manera subsidiaria se encargue de juzgar las conductas e impartir justicia. Por tal razón, se debe definir cuál va ser el blindaje jurídico para que esta institución internacional no entre a operar en el caso de los delitos contra la humanidad que han cometido las FARC.
Por estos limitantes, defensores de los Derechos Humanos como José Miguel Vivanco de Human Rights Wactch, critican al gobierno de Juan Manuel Santos por abrir una puerta a la impunidad, y declaran que el Marco para la Paz es una “amnistía encubierta”. Así mismo, organizaciones no gubernamentales como Amnistía Internacional,  manifiestan serios cuestionamientos al proceso de paz por la  posibilidad de impunidad y la poca reparación para las víctimas.
•    Para el éxito del proceso de paz es fundamental que el Gobierno nacional tenga en cuenta a los departamentos y a las autoridades locales. Un proceso que no reconozca la realidad política, social y económica de las regiones, ni la lógica particular del conflicto, estaría desconociendo no solo las diferentes problemáticas que padece la nación, sino además los diversos actores que intervienen en cada región y las soluciones particulares que deben formularse para resolver el conflicto de acuerdo a su génesis en el territorio.  Finalmente, el proceso de paz no puede convertirse en una plataforma política del Gobierno del presidente Santos para subir sus índices de favorabilidad, buena imagen y percepción ciudadana, en los cuales las encuestas lo muestran en claro retroceso. Tampoco puede convertirse en un ejercicio de cálculo electoral para una posible relección del mandatario. Las FARC no pueden seguir  poniendo la agenda electoral del país ni mucho menos incidir en la elección de los presidentes de Colombia.
Algunas de las preguntas de fondo que tenemos que hacernos los colombianos son:
¿Existen las condiciones necesarias para que el Estado inicie un proceso de paz creíble con los grupos al margen de la ley?
¿Cuáles son las condiciones necesarias para evitar la reaparición de la violencia?
¿Cuándo hablamos de posconflicto estamos preparados y dispuestos los colombianos a asumir los costos políticos, sociales y económicos de este proceso?
¿Tenemos una sociedad civil fuerte, articulada, participativa y preparada para el cambio?
¿Están los actores del conflicto dispuestos a reconocer sus actuaciones, decir la verdad y reparar a las víctimas?



viernes, 24 de octubre de 2014

Juanpa y el país de las maravillas

Todavía tengo muy frescos los recuerdos del pasado 7 de agosto, en la posesión presidencial para su segundo periodo, de nuestro muy ponderado JUANPA.
Con gran elocuencia describió a nuestro amado país, con un sinnúmero de logros, que me dejaron estupefacto, maravillado ante tan grandiosa realidad, por momentos llegue a pensar que estábamos en Suiza, Finlandia, Suecia o algo así, pero el maullido de mi gato me sacaba de este increíble sueño y me devolvía a la realidad.
Han pasado escasos 2 meses y ese sueño lo veo cada día más lejano, porque los que amamos a nuestra patria, vemos con profundo dolor como este País sufre día a día, como unos pocos lo están acabando. Y digo ¿Por qué pasa esto en mi país del alma?
Por qué, lo único que vemos a diario en las noticias, más parece una película de terror, donde solo vemos reflejada una violencia sin límites.
Por qué, una clase política corrupta, decadente y privilegiada, solo legisla a favor de sus propios intereses.
Por qué, salir a caminar por las calles de nuestras ciudades se ha convertido en una prueba de valor, temiendo que cualquier cosa mala nos pueda suceder.
Por qué, los que tenemos que utilizar el transporte público, tenemos que sufrir una tortura y someternos a toda clase de incomodidades y correr toda clase de riesgos.
Por qué, la inmensa mayoría de colombianos, tenemos que sufrir con un sistema de salud caótico, donde se volvió un negocio y la vida no vale nada y solo somos parte de las estadísticas.
Por qué, la guerra contra las drogas se perdió hace mucho tiempo, y los antes grandes carteles se atomizaron en muchos, más pequeños e igual de peligrosos y sanguinarios, y mientras nuestros amigos del norte y de Europa sigan “metiendo”, acá seguiremos exportando a la lata.
Por qué, aunque se firmara la tan añorada paz, muchos de los desmovilizados muy seguramente engrosaran las bacrim o crearan nuevas bandas de delincuentes, ya sucedió con las autodefensas, donde muchos de sus integrantes siguieron delinquiendo.
Por qué, una parte de nuestra juventud no les interesa su futuro y mucho menos el de la nación, desde muy jóvenes son parte de la delincuencia y caen en los vicios.
Por qué, nuestro sistema educativo es excluyente, donde la educación de calidad solo es privilegio de unos pocos, y la educación pública no llena todas las expectativas.

ENTONCES TENGO LA RESPUESTA: SI JUANPA ES PRESIDENTE……………………………………………………….VIVE CON ALICIA Y ES PRESIDENTE DEL “PAIS DE LAS MARAVILLAS”.

¿Es necesaria la religión para la salvación del hombre?

Primero deberíamos pensar en: ¿salvación de que, o porque?. Desde que nacimos, nos han impuesto una religión, creencia, mito o como se llame. Como padres nos afanamos en que el niño o niña, tenga los “SACRAMENTOS”, en el caso de los católicos, o cumplan una serie de ritos o actos religiosos dependiendo de cada creencia. Por miles de años, el hombre siempre ha estado “LIGADO” a una serie de creencias en un ser superior, en un “DIOS”, o “PROFETA”, o “ILUMINADO” o cuanto título o nombre queramos darle. Ya sea, desde las tribus ancestrales, grandes culturas de la antigüedad, la necesidad de un ser superior o creador ha sido una constante.
Pero también ha sido  una constante, que todas las religiones que han existido en la humanidad se han basado en el miedo y el terror. Ya sea con sacrificios humanos, promulgado infiernos y purgatorios, donde las almas pecadoras serán constantemente torturadas, la venida de un “Armagedón “, el cual destruirá toda la humanidad, toda una serie de doctrinas atemorizantes, llenas de amenazas, con un Dios castigador e implacable, el cual juzgara y condenara a los que no sigan al pie de la letra la doctrina. La humanidad ha vivido siempre en medio de esta creencia, en la cual debemos dar ofrendas, sacrificios de todo tipo, para lograr el beneplácito de Dios o los Dioses, según sea el caso, si damos muchas ofrendas, o participamos activamente en las actividades propias de cada religión, obtendremos la “SALVACION”, el “PARAISO”, el paso a la otra vida, un mejor KARMA, una elevación a un nivel superior, en fin una serie de prebendas que da la religión si se cumple con todas sus exigencias.